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¿Y ahora, Nico?

ELIDES J. ROJAS L. No vamos a entrar en los debates que movieron al país durante todos los meses previos a las elecciones: que si no voto, yo sí voto...

  • ELIDES J. ROJAS L.

23/05/2018 05:00 am

Grito de campaña de Nicolás Maduro: ¡Vamos, Nico! Con el mismo tumbao del famoso eslogan de los americanos en sus juegos de pelota, Let´s go Yankees, Let´s go Padres… y así en todos los estadios. No hay variación. No es como la pelota venezolana donde cada equipo tiene sus armas vocales e instrumentales para distinguir al conjunto de la tribu. Ni en eso fue original el equipo de campaña del nuevo presidente eterno. Copiado del imperio, del beisbol y del gentilicio norteamericano. Bravo por la revolución y su nunca bien ponderada capacidad de creación. 

Es esa misma línea, aparece Maduro reelecto por seis años más. No vamos a entrar en los debates que movieron al país durante todos los meses previos a las elecciones: que si no voto, yo sí voto, que el desgaste los hará perder con Falcón, que el gobierno la tiene siempre ganada con la trampa y el ventajismo, que las encuestadoras afirman, que el CNE es una trampajaula bien construida, que la MUD y los radicales mandaron a no votar, que la abstención será una protesta letal, que votar legitima al régimen, que si no se vota cae Maduro, que se trata de una señal a la comunidad internacional, si se vota se pierde el respaldo de afuera. Que se trata de un fraude montado. Y así hasta el infinito. La verdad es que hay un hecho fáctico parecido a cuando Maduro le ganó supuestamente con fraude a Capriles y al final fue reconocido. Muchos decían que no era el presidente y se tiró los seis años en la silla. Ahora también hay un hecho fáctico: Maduro sigue en la presidencia y, salvo algún suceso extraordinario, con todo y desgaste el mandato será por seis años. Pero, sin duda, tiene una tremenda piedra amarrada en las alas. Veamos el ¡Vamos, Nico!, por dónde se pasea. 

Uno. Pdvsa, fuente principal de ingreso de divisas, el chavismo la quebró a punta de corrupción e ineficiencia. No produce más allá de 1.400.000 barriles por día y hasta gasolina tiene que comprar afuera para medio cubrir el mercado venezolano. ¡Vamos, Nico! 


Dos. Las reservas internacionales están bajísimas para el tamaño de las necesidades de importación y pagos de deuda de Venezuela. Urgente buscar divisas, pero será con más préstamos de Rusia y China a cambio de lo que sea. ¡Vamos, Nico! 



Tres. La pobreza en tiempos de chavismo se incrementó al punto de alcanzar casi el 70% de los venezolanos. Se acabaron los tiempos que Chávez le daba unos dólares a la FAO y de ahí salía la propaganda para todo un año. Se acabó. Pobres y más pobres, como bien sabe producir el socialismo a la cubana. ¡Vamos, Nico! 

Cuatro. La canasta alimentaria pasó los 100 millones de bolívares tísicos hace rato. Recuperar la capacidad adquisitiva de los venezolanos será una tarea que enfrentará el mismo personaje que la destruyó. ¡Vamos, Nico! 

Cinco. La inseguridad ciudadana. Una calamidad que se ha vuelto una especie de etiqueta del país en todo el mundo. Venezuela, Caracas, peligro. Ahí mandan los malandros. Pranes jefes de bandas, colectivos armados sin disimulo. Todo un caos donde mandan las balas y el puñal. ¡Vamos, Nico! 

Seis. 80 países con la lupa puesta en Venezuela, más de 50 funcionarios sancionados internacionalmente, acusaciones de lavado de dinero, contrabando, narcotráfico y hasta vínculos con el terrorismo. Complicado el asunto. ¡Vamos, Nico! 

Siete. Miles de empresas cerradas o quebradas, multinacionales que huyeron y otras a punto de salir corriendo. Inseguridad jurídica para inversionistas y productores. La manía de confiscar bienes llevó a la Venezuela chavista a una crisis de producción inédita. Hambre pareja en dos platos. Y un control de cambio destructor y generador de corrupción. ¡Vamos, Nico! 

Ocho. Control de precios. Fuente de bachaqueo y manejo de mucha plata en un negocio sucio y redondo en el que intervienen funcionarios y particulares agarrados de la mano. Otra manía del comunismo que hace daño terrible a la competencia, genera choros y además termina produciendo un mercado negro donde todo es más caro. ¡Vamos, Nico! 


Verdaderamente. Y falta nueve, diez, once, doce, trece… 

¡Vamos, Nico! 

erojas@eluniversal.com 
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