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Claves para entender el 20M

DANIEL ASUAJE. La hoja de ruta de los acontecimientos es que la política nacional no producirá inmediatamente la solución a la crisis

  • DANIEL ASUAJE

23/05/2018 05:00 am

Si se calcula, como lo hace el CNE, la participación sobre 20MM de electores las encuestadoras se equivocaron y la abstención rondó, al menos, el 53% de los electores, pero si aceptamos que más de 4MM de venezolanos emigraron, entonces éstas acertaron, o por lo menos se acercaron, al nivel de participación registrado. Dependiendo del cálculo se pensará que la compra de votos no sirve para ganarlos o bien, por el contrario, se concluirá que ciertamente el control y chantaje electoral fueron poderosamente efectivos. 

Por ahora solo el gobierno sabe la verdad estadística, pero el hecho comunicacionalmente establecido es que hubo una estruendosa abstención ubicada hasta en el 82% por fuentes internacionales y en el 70% por algunos voceros opositores. En todo caso los datos duros son que el madurismo no logró los míticos 10MM de votos, que disminuyó casi 1.5MM en relación al 2015 y más de 2MM en relación con la supuesta votación por la ANC, que cerca del 75% de los electores o no votó o lo hizo contra del gobierno, que los centros de votación lucieron desiertos durante todo el 20M y que de los 16MM tenedores del carnet de la patria apenas una minoría, sí lo hizo, respaldó a Maduro, por lo que no hay correlación directa entre promesas, lo recibido y voto favorable y que, por otro, lado no luce verosímil estadísticamente que el gobierno con el mayor descrédito de nuestra historia salga victorioso con una cuantía porcentual tan abultada, aunque sin duda sus votos tuvo. 

Hay que ser tan cuidadosos al leer la abstención como cuando se leen las encuestas. Los ilusos verán en la abstención la liquidación automática del régimen. Habrá quienes reclamen la abstención como su victoria y como “la ganadora” en las elecciones. Se puede incurrir en el simplismo de ver en todo no votante a un militante radical y perder de vista que muchos lo fueron por mera desmotivación. La mayoría nacional hoy día desconfía del liderazgo político, incluidos por igual a quienes llamaron a votar o a abstenerse y si bien la mayoría está contra el gobierno quien aspire a liderar la transición ha de saber capitalizar y ganar la confianza de la mayoría. 

Pero sean cuales sean las verdaderas cifras de votación algunas consecuencias observables son: primero el gobierno no recibirá crédito por su victoria, su triunfo es abiertamente desconocido. Maduro no consigue los dos objetivos buscados con las elecciones: ni consigue legitimidad, porque nadie cree en sus cifras ni obtiene gobernabilidad porque producirán más perturbación social, económica y política que antes de las elecciones. Está más debilitado que la semana pasada y más aislado nacional e internacionalmente y sabe que ahora viene el tsunami. Segundo las encuestadoras serán señaladas inapropiadamente de inútiles para auscultar la realidad, cuando lo real es que no todo político sabe leerlas. Tercero las oposiciones cantarán cada quien por su lado tener razón en sus posturas. 

Tres parecen ser las hojas de ruta principales: la del gobierno es ganar gobernabilidad y para ello llama desesperadamente al diálogo a todo el mundo; una oposición se decanta por la acumulación de capital político y pide elecciones libres, parte de ella pide repetirlas pero bajo sus condiciones y, finalmente, otra oposición afirma que la salida no es electoral. En pocas palabras, en cuanto a argumentos se refiere estamos donde mismo estábamos hace meses. La diferencia estriba en que ahora hay un contendor, Falcón, quien se redibuja ante una buena parte de los abstencionistas por su denuncias del proceso electoral. Parece tener el chance hoy de lograr lo que ni Rosales ni Capriles pudieron si es que el gobierno no lo inhabilita antes o si el resto del liderazgo opositor no mancha su imagen como es la costumbre nacional con quienes les roncan en las orillas electorales. 

Un hecho se ratifica: el gobierno está dispuesto a permanecer en el poder al precio que sea, así sea el derrumbe total del país, ellos incluidos, pero no dejará voluntariamente ni por las buenas el poder al cual se aferra dispuesto a morir mandando. No hay señales de abrir otro escenario. Quiere dialogar para ganar tiempo pero ¿ganarlo para qué? Pues para hacer más revolución, así lo dijo Maduro la noche del domingo: “ahora es que habrá revolución para rato”. Nada de rectificación. “Hay que prepararse para defender a la revolución”, lo cual significa que por las buenas no saldrán. Para algunos esta jornada demuestra que la salida no es electoral, M. Rubio incluido. 

Por lo pronto la hoja de ruta de los acontecimientos es que la política nacional no producirá inmediatamente la solución a la crisis, que esta queda en manos externas o en la economía o en la sociedad desesperada o en el estado fallido generalizado. Se verán más sanciones internacionales, embargos, default, calle ardiendo, más represión, más tensiones en una sociedad por ahora desconfiada, desmovilizada, sin norte y sin liderazgo mayoritario capaz de quebrar la unidad de la casta dominante. 

dh.asuaje@gmail.com
@signosysenales 
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