La señora Maniña Del Valle nunca había perdido su relación de amistad con Tremebunda Regleta. Se habían conocido en la universidad y, aunque provenían de círculos distintos, les sobró ánimo para descubrir, con la misma pandilla, la vertiginosa vida nocturna caraqueña desde alguna pretenciosa discoteca de moda hasta los tugurios divertidos de la Avenida Casanova. Su amistad se selló cuando Maniña se embarazó por torpeza mientras su Novio De Siempre estaba de viaje. Tremebunda le consiguió el doctor adecuado, la acompañó a la clínica clandestina de San Bernardino y luego, ya en casa, le cocinó sopita de pollo.
Ninguna se graduó. A los pocos meses del incidente, Maniña se casó con su Novio De Siempre y abandonó la carrera para dedicarse a ser una buena y prolífica madre. Tremebunda emprendió una curiosa carrera que, sin estar homologada, podríamos denominar como “asistente de producción política”. Se volvió muy exitosa y comenzaron a llamarla “doctora”.
En repetidas ocasiones, cada vez que las protestas generaban víctimas mortales, discutieron y se distanciaron. Pero siempre prefirieron reconciliarse y, prácticamente a escondidas de sus respectivas familias, almorzaban o iban al cine juntas.
Ahora Tremebunda le juró que ella personalmente supervisaría la cadena de frío. Que estaría en el momento del traspaso a la cava portátil y que nunca se separaría de la enfermera hasta llegar a la casa. Que la “China” no necesitaba temperaturas extremas como la “Rusa” y que la segunda dosis podía guardarse perfectamente en la nevera de la casa. Que no había peligro.
La familia Del Valle en pleno recibió la vacuna en la comodidad de su hogar, incluyendo a la abuela con Alzheimer y dos tíos opositores furibundos que esa tarde guardaron un prudente silencio. Cuando Tremebunda salió, el Esposo De Siempre le dijo a Maniña que esperaba que eso funcionara después de lo que había costado. Que no confiaba en su vieja amiga.
“Desde la universidad siento que me está ocultando algo”.
@JorgeSayegh
Ninguna se graduó. A los pocos meses del incidente, Maniña se casó con su Novio De Siempre y abandonó la carrera para dedicarse a ser una buena y prolífica madre. Tremebunda emprendió una curiosa carrera que, sin estar homologada, podríamos denominar como “asistente de producción política”. Se volvió muy exitosa y comenzaron a llamarla “doctora”.
En repetidas ocasiones, cada vez que las protestas generaban víctimas mortales, discutieron y se distanciaron. Pero siempre prefirieron reconciliarse y, prácticamente a escondidas de sus respectivas familias, almorzaban o iban al cine juntas.
Ahora Tremebunda le juró que ella personalmente supervisaría la cadena de frío. Que estaría en el momento del traspaso a la cava portátil y que nunca se separaría de la enfermera hasta llegar a la casa. Que la “China” no necesitaba temperaturas extremas como la “Rusa” y que la segunda dosis podía guardarse perfectamente en la nevera de la casa. Que no había peligro.
La familia Del Valle en pleno recibió la vacuna en la comodidad de su hogar, incluyendo a la abuela con Alzheimer y dos tíos opositores furibundos que esa tarde guardaron un prudente silencio. Cuando Tremebunda salió, el Esposo De Siempre le dijo a Maniña que esperaba que eso funcionara después de lo que había costado. Que no confiaba en su vieja amiga.
“Desde la universidad siento que me está ocultando algo”.
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