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Molière a sus 400 años

Molière grabó su nombre en la historia universal, escribiendo, dirigiendo, y actuando en obras magníficas que criticaron a la sociedad de su tiempo, utilizando la ironía, el sarcasmo, y el humor inteligente...

  • ÁLVARO MONTENEGRO FORTIQUE

27/06/2022 05:04 am

Jean-Baptiste Poquelin, conocido como Molière, es para un francés lo que simboliza Shakespeare para un inglés, o Cervantes para un español. La literatura en estos tres idiomas, no sería la misma sin la influencia iluminadora y novedosa de estos tres genios literarios. Ellos tuvieron en común una capacidad asombrosa de comprender a la naturaleza humana, desde una perspectiva real, sencilla, y sobre todo muy cercana. Esa virtud les permitió esculpir, con una destreza inusitada, unos personajes llenos de pasiones, arrebatos, y calores que conforman los espíritus más característicos del ser humano, transcendiendo así el paso de la historia.

Nacido en el número 21 de la muy parisina rue Saint Honoré durante el mes de febrero del año 1622, su infancia acomodada le permitió alimentar una curiosidad casi obsesiva por el comportamiento humano. Desde muy joven se sintió atraído por el teatro, como una forma caricatural de representación de la realidad. Parecía querer recoger cada pliegue, hendidura, contorno y doblez de las pasiones humanas.

Molière se empeñó en redactar entramados psicológicos y los arrebatos más frecuentes, de una manera jocosa y descarnada. Lo logró por medio de personajes inolvidables como Harpagón en “El avaro”, Alcestes en “El misántropo”, Don Juan, o el Tartufo, quienes nos recuerdan las convenciones más absurdas de la vida en sociedad. La habilidad insuperable de Molière fue contrastar, de una manera asombrosamente lúcida, la honestidad con la hipocresía. La ingenuidad con la malicia. Esa pericia, que convirtió en un arte, le hizo destacarse de todos los demás escritores de su época, y entrar al Olimpo de la dramaturgia universal.

La vida de Jean-Baptiste Poquelin, como la de casi todos los genios, estuvo repleta de episodios complicados y azarosos, que forjaron su increíble capacidad literaria. Su existencia aparece también llena de franjas desconocidas y misteriosas, que sus biógrafos todavía tratan de aclarar. Aunque su familia burguesa deseaba que estudiara derecho, su inclinación natural lo llevó a curiosear por los teatros parisinos desde que tenía nueve años, acompañado por su abuelo.
 
Un poco más adelante, la vida de Molière cambió definitivamente cuando descubrió a Madeleine Béjart, una mujer encantadora, excelente conversadora, y muy carismática, que soñaba con ser una gran actriz de teatro. Provenía de una familia apegada al arte, y por eso sabía danzar, cantar, y actuar espectacularmente. Esa cortesana fue su primer gran amor y mentora, que le empujó a fundar juntos su primera compañía, “L´Ilustre Theatre”. Al constituirla en el año 1643, enfrente al notario y sin que sepamos por qué, Jean-Baptiste firmó por primera vez con el nombre de Molière.

El hombre era un feminista convencido, mucho antes de que eso estuviera de moda, estableciendo que las mujeres de su tropa teatral debían ganar y decidir igual que los varones. Sin embargo, los dramas que presentaban, en los cuales él y Madeleine actuaban, no tuvieron éxito. Las deudas los abrumaron y su padre lo rescató, pagando a los acreedores que lo llevaron a la cárcel. Al salir, Madeleine y él dejaron París durante trece años llevando sus presentaciones al interior de Francia. Allá, en contacto con el pueblo más llano, Molière estudió con una lupa precisa los más variados rasgos y movimientos humanos, que le permitieron crear para sus obras personajes fulgurantes repletos de realidad. Sus creaciones propias conocieron gran éxito, por lo cual el año 1658 decidieron regresar a París.

En la capital, con Felipe de Orleans como mecenas, llega la oportunidad de su vida al permitírsele una presentación delante de Luis XIV en el Louvre. El Rey Sol todavía no se había mudado a Versalles. La primera pieza, un drama de Corneille que el rey ya había visto, hizo bostezar al monarca. Con los nervios de punta, a Molière se le ocurrió entonces improvisar una de sus comedias. Las carcajadas del rey, y de toda su corte, decidieron su éxito.
 
Otro episodio insólito en la vida de Molière fue que a los 40 años se casó con Armande Béjart, 20 años menor que él. Armande era la hija no reconocida de Madeleine con un aristócrata casado, que fue presentada y bautizada por sus abuelos. Oficialmente, Armande era la hermana menor de su mujer, pero todos sabían que contrajo nupcias con su hijastra. Sus enemigos se lo hicieron saber a Luis XIV, quien para silenciarlos contestó que él mismo sería testigo de ese matrimonio. Con la ayuda de ese maravilloso protector, Molière grabó su nombre en la historia universal, escribiendo, dirigiendo, y actuando en obras magníficas que criticaron a la sociedad de su tiempo, utilizando la ironía, el sarcasmo, y el humor inteligente.

Para celebrar los 400 años de Molière, la embajada de Francia en Venezuela patrocinó el montaje de “El Molière de Goldoni”, elaborado por la compañía teatral La Caja de Fósforos. También apoyó la presentación de la obra “Nuestro Molière”. Además, nos permitió disfrutar “De la commedia dell´arte a la comédie-francaise”. Honremos al genio cuatricentenario, asistiendo a alguna de esas presentaciones.



alvaromont@gmail.com




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