Caracas.-  Cuando la situación del virus se ponga crítica en Venezuela, porque todo indica que se va a poner, es de esperar que los 100 días de cuarentena lineal, hayan servido a su propósito que se supone que era ganar tiempo para la adecuación de la infraestructura de camas y respiradores. La medida temprana de los hoteles fue una buena idea, y también el actual acondicionamiento de grandes espacios, como los estadios o el galpón de Makro. Lo anterior, junto con la cuarentena, es lo preventivo; y es de imaginarse que ya contamos con más camas de cuidados intensivos covid-19, expansión de las morgues y espacios extras para los sepelios, que los que teníamos en marzo pasado. Los números de contagios oficiales, ajustados por los índices de otros países, nos indican que la infraestructura necesaria para atender el circuito anterior, va a ser sometida a un estress importante, y que deberemos contar con personal de salud equipado como para evitar al máximo sus posibilidades de contagio. Dicho lo anterior, la cuarentena no es un remedio, sino una decisión política, que debería revaluarse a la luz de las expectativas. La gente ya no quiere estar “guardada” a menos que esté contagiada, por lo que la flexibilización es una buena idea, pero con un foco más preciso. Salir del enfoque territorial y concentrarlo en las personas y sus impactos; las empresas tienen que volver a funcionar! Y la gente debe volver a la calle, con los cuidados que ya conocemos: distancia, barbijo y lavado. Porque a la vuelta del tiempo, 60% de la humanidad será contagiada, y dentro de seis meses vamos a seguir igual, y no podemos estar en cuarentena hasta entonces: habrá que abrir. Porqué no abrir ahora…con cuidado, pero abrir.

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