Caracas.- “Mercado hasta donde sea posible, estado hasta donde sea necesario”, es una guía bastante equilibrada entre los llamados libertarios que denostan al estado, y los estatistas, que no creen en el poder de la empresa privada. En los extremos, son enfoques mutuamente excluyentes, donde “mercado” se parece más a democracia, a bienestar y a evolución; mientras que “estado” se relaciona con dictadura, con sufrimiento social y con retroceso.

A estas alturas de nuestra civilización cuesta creer que se siga pensando en extremos, cuando la vida diaria nos va mostrando que las soluciones están todas en el centro, y que ningún extremismo ha resultado en algo bueno o memorable positivamente.

Una de las distorsiones más evidentes es cuando se le incorporan los conceptos de izquierda o derecha, capitalismo o comunismo, fascismo y democracia, porque todas ellas viven en la utopía que es un lugar adonde nunca se llega a nada. El mejor enfoque es el de la caja de herramientas dentro de la cual tienes todo a tu disposición como para usarlo discrecionalmente, según vayas necesitando.

En nuestro caso venezolano, y frente a la cantidad impresionante de situaciones crisis simultaneas que estamos enfrentando, tomar el camino de los extremismos nos llevará inexorablemente a que cada medida que tomemos, no le importe a un tercio de la gente, y se le oponga otro tercio; resultando con alguna efectividad solamente el tercio restante. Y con solo un tercio de apoyo, solo se podrá estirar la supervivencia en el tiempo, pero nunca lograr el éxito que nos merecemos.


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