El motor de la diferenciación competitiva pasa por su manejo, tanto la recibida como la que se le induce al entorno. Y hasta puede convertirse en un dinamizador, desde el punto de vista de buscar alternativas y ver situaciones en forma novedosa. Cuando los grados son altos y las situaciones de excepción son frecuentes la acción de la gerencia tiende a apartarse de los parámetros de normalidad en el sentido de que las herramientas y técnicas gerenciales usuales ya no ofrecen respuestas adecuadas y se puede perder el control. Entonces la incertidumbre deja de ser un estímulo y se convierte en un problema, afectando la toma de decisiones. En nuestro caso propongo segmentar las fuentes de incertidumbre, identificar la situación concreta, y medir el impacto, para actuar en consecuencia. Evitar sentir que toda la situación está afectando de la misma manera, cuando la realidad no es así y nos encontraremos con que es menor de lo percibido, y que podemos con ella, porque tenemos “con qué”.