Caracas.- Argentina representa hoy uno de los posibles escenarios del post chavismo en Venezuela. La decisión sorpresiva de Cristina Kirchner de proponerse como vicepresidente en una fórmula presidencial, donde coloca como presidente a su jefe de campaña, desconocido por el gran público, quién ni siquiera era medido por las encuestadoras, tiene varias lecturas. La más simple y directa es la de, en la eventualidad de ganar, mantener los fueros que hoy la mantienen fuera de cárcel, cosa que un presidente no tiene, pero un vice sí, porque es el presidente del senado. La segunda, que refleja su fuerte intuición política, tiene que ver con el aburrimiento del público con los temas y los métodos, y generar una pseudo disrupción, que cambie el foco de la discusión, aunque sea transitoriamente. La tercera es refrescar el mensaje de la formula y mantiene el grupo duro de 30 a 34% del electorado, tratando de que deje de ser el “techo”, para transformarlo en el “piso”. La cuarta y, allí entramos nosotros, que cuando la campaña de cambiemos utilice a Venezuela como un reflejo genuino de lo que pasaría si Kirchner vuelve al poder, no tener que tomar posición clara a favor del chavismo, sino un nuevo constructor que relativice ese impacto, apoyándose en el discurso más flexible y liberal del nuevo candidato: Cristina no puede negar a Maduro, pero el otro, si. En los siguientes meses de campaña, veremos muchos cambios en discursos argentinos y tal vez hasta en esta nueva fórmula (el tope para formalizarla es el 22 de Junio). Y muchos de ellos orbitarán alrededor del caso Venezuela.