Caracas.- Estrategia y gerencia Una parte importante de la base opositora manifiesta cansancio y desgaste por expectativas creadas por Guaidó y aún no cumplidas, según esa conseja: Ya van tres meses desde 23E y Maduro sigue en el poder. Arranco así la reflexión, es una característica de nuestra personalidad colectiva echarle la culpa a los demás de lo que nos pasa. La aparición de Juan Guaidó en el escenario político y social significó (y aún significa) el renacimiento de la esperanza por un futuro mejor, lo que no significa que todos los problemas los solucionará él solo, y alguien nos llamará por teléfono y nos dirá: “listo, ya todo está arreglado, puedes salir a disfrutar de un nuevo futuro”. Las cosas normalmente no son así. Hay que ganárselas y eso se hace participando activamente, dando al líder (JG en este caso) la motivación para que siga con una tarea que ha ido resultando efectiva, desde el punto de la demarcación de las fronteras entre chavismo y oposición. Lo que en estrategia y gerencia se llama diferenciación competitiva: si te pareces a tu oponente, entonces pierdes. Hasta principios de este año, el liderazgo opositor lucía contradictorio y algunos, bastantes de ellos, andaban en una frontera que terminaba favoreciendo al chavismo. Algunos todavía tibiamente lo hacen. Pero hoy la oposición aparece más compacta. Si bien él debe convocar y movilizar, la gente debe responder participando activamente, manifestando su protesta genuina y generalizada, sobre las condiciones de vida a las que está sometida la población. Esa protesta también se hace en nombre de los chavistas, que viven en iguales o peores condiciones, pero se ven imposibilitados de protestar. La base opositora debe decidir que si no apoya a Guaidó y no quieren a Maduro, entonces ¿qué?