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Análisis de Entorno

El chavismo no se actualizó luego de 20 años de desgaste

  • BENJAMIN TRIPIER

24/03/2019 05:30 am

Un paso al costado
Sería conveniente que el chavismo tomara consciencia de que 20 años después, hay un desgaste importante, y que los planteamientos que podían haber parecido pertinentes en un momento del tiempo, ya no lo son más, y están hasta fuera de contexto. El mundo cambió, las generaciones pasaron pero ellos no se actualizaron. Eso se nota en la diferencia de esfuerzo que hacían hace unos años para mantener su discurso, y el que tienen que hacer ahora, mientras pierden apoyo, no solo dentro del país, donde todas las encuestas muestran desaprobación con la gestión de gobierno, sino también, internacionalmente, con aislamiento creciente, imagen negativa y reputación cuestionada.

Hace un tiempo se podía establecer una clara diferenciación entre partido, gobierno y fuerzas armadas. Hoy, eso ya no es posible, y pareciera que el destino de los tres actores se ha fusionado en un solo paquete que absorbe todos los golpes y le cuesta asimilarlos. En teoría, ante una mala gestión de gobierno, podría haber ocurrido que con el solo recambio de gobernante, el partido y la ideología prevalecieran. Hoy se ha dado una síntesis tal, que pone en riesgo la supervivencia del chavismo en el largo plazo. Estratégicamente no hay manera real de desvincular la situación actual del país, de la gestión de gobierno. Podrá resignificarse transitoriamente, echarle la culpa a la oposición, o a los americanos, pero en definitiva es un tema de gestión…y la gente lo sabe.

En cuanto a las fuerzas armadas y de seguridad, al autodenominarse chavistas, tampoco pudieron mantener su identidad, y compartirán el mismo destino, cualquiera sea este. Solo como reflexión: parece difícil que una fuerza armada chavista pueda subordinarse a un gobierno antichavista, planteándose de esta forma un conflicto prácticamente sin solución amigable.

En un marco democrático, parece razonable pensar que ante tanto cuestionamiento, interno y externo, y con una crisis amplia y profunda, se abriera paso a alguna alternativa que permitiera refrescar el camino y encaminarnos a algo diferente al “tú te vas – no, yo me quedo”. Porque toda la experiencia indica que en ese juego trancado, podemos estar mucho tiempo, y en ese periodo la vida se hará más difícil de lo difícil que ya está. Algo tiene que romper esa inercia. Y si no hay un renunciamiento histórico y patriótico, ese, o esos “algo”, a este paso, estarán asociados a la violencia, interna de conflictos sociales y políticos, y externa, por la amenaza de invasión: dar un paso al costado.

Social
La situación de la diáspora está fuera del ámbito de ninguna institución venezolana. En los países que reconocen a J Guaidó, parte del trabajo de los nuevos representantes, debería estar (en el caso de Argentina me consta que está ocurriendo) en el apoyo que se le dé a ese gigantesco grupo que se ha ido solidificando en los países que los reciben. Las condiciones climáticas en cualquiera de los países de destino, son bien diferentes a las venezolanas, por lo que en caso de los inviernos hay que ser muy solidarios. También está el caso de los niños, su salud, educación y bienestar. Para Venezuela eso debería ser un tema de Estado. Eso, sin minimizar la situación de crisis que viven los venezolanos que no pudieron emigrar, y que están pasando hambre y muriendo por falta de atención médica y medicinas. Las donaciones que puedan hacerse, desde adentro y desde el exterior, deben ser recibidas y bienvenidas, por el perfil humanitario que está detrás de estas acciones. Intentar politizarlas, de un lado o del otro, es no solo no entender la crisis en su esencia, sino jugar con las necesidades vitales de la gente. La solidaridad, debe llegar también a la política.

Política Vuelvo al mensaje a los partidos de oposición para que reconstruyan la relación con sus bases; para que se preparen para un futuro de elecciones y reconstituir sus redes internas de cara a una cohesión conceptual y democrática, según el pensamiento de cada uno. Que la izquierda, sea izquierda, y la derecha, derecha, sin eufemismos o vergüenzas; que la democracia cristiana o la socialdemocracia vuelvan por sus fueros, y se reconstituya el tejido político, cuya ausencia, nos llevó a tratar de meter en un mismo saco, una mezcla que lo único que tenía (y aun tiene) en común, es la oposición al chavismo.

Lo importante es que esa oposición se haga desde bases más firmes, que tengan la capacidad de decidir sus propios destinos a partir de un futuro y un sentido de dirección claros. Que les permita saber cuáles son las coincidencias y discrepancias con sus futuros socios, en una posible unidad electoral opositora. Esto es algo que hay que ir haciendo ahora, todos los días, más que nada para que las bases se sientan acompañadas y comprendidas por sus líderes naturales y de base. No para “venderles” un partido o una ideología, sino para preguntarles qué es lo que necesitan y qué es lo que sugieren. El enfoque se llama bottom up, y es lo que se impone en este momento.

Económico
Cada vez que se hace un pago con una tarjeta de crédito del exterior, dentro de Venezuela, de alguna manera, se está produciendo una transferencia directa de divisas desde la cuenta del tarjetahabiente hacia las reservas internacionales de Venezuela. La facilidad que comenzó a tomar cuerpo cuando el precio del Dicom superó al del paralelo, permitió que la gente pudiera “venderle” al estado sus dólares a un buen precio, y adquirir los bienes y servicios que necesitaba, considerando que los limites de crédito de las tarjetas en bolívares, son muy bajos y se agotan rápidamente.

Todo eso podría acabarse si sancionan a Visa y Master Card, prohibiéndoles su operación en Venezuela. Quedaríamos nuevamente en el escaso mercado de los bolívares, a los cuales tendríamos acceso, principalmente vendiendo dólares, transferencia, zelle y efectivo, en el mercado negro, haciéndole más difícil la vida a la gente. Evitar la acumulación de reservas, sería la motivación para que esta sanción prosperara, pero el daño colateral, sería que tanto las tarjetas de crédito en bolívares, como las de débito, tendrían restricciones para operar en el país pues todas están bajo estas franquicias. Lo que nos quedaría entonces, sería el trueque por un lado, y el carnet de la patria y su monedero QR por el otro.
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