“El cuerpo social rechaza el remedio porque está cómodo con la enfermedad”, decía un columnista en La Nación de Buenos Aires, refiriéndose a la etapa en la que países como Argentina tienen que pasar necesariamente para alcanzar los equilibrios y que, por supuesto la población en su gran mayoría, está acostumbrada al analgésico indoloro y le asusta la operación de fondo. Si bien los países no mueren, sí agonizan, y a veces en forma tan dolorosa que terminan creyendo que la “morfina” es el remedio. Y, mientras alguien se la provea, se sentirán agradecidos y no soportarán la idea de pasar un tiempo sin eso, así les prometas la curación definitiva que vendrá después. La inflación estructural es un termómetro que nos indica que la infección crece, mientras nos debilitamos hasta el raquitismo, que viene a ser muestra recesión. Y esto es así, pues la gente, el mencionado cuerpo social, ha perdido la confianza en sus médicos (políticos y dirigentes), pues abusaron de ellos y los mantuvieron con empleos vacíos y subsidios, que no pueden rechazar (síndrome de Estocolmo sociológico) porque se quedan sin nada, y tampoco tienen la voluntad de luchar por algo distinto, porque intuyen que existe, pero no logran darle forma. Después del primer gran apagón, solo puede venir el segundo, y luego agradeceremos que después del tercero regrese la luz, porque podría no regresar. Siempre por culpa de algo o de alguien diferente al responsable de la gestión. Hace falta información dirigida a la gran masa popular mostrándole que se puede vivir mejor, ayudándolos a ser agentes de cambio y renovación, mejorando su autoestima y el convencimiento de que son merecedores de una vida mejor. El reconocimiento de qué y cómo somos, qué tenemos (y de qué carecemos), al mismo tiempo de contar con una ilusión bien informada, es el mejor placebo para que la gente esté dispuesta a pasar por la etapa de transformación, sin la necesidad de la morfina, y dispuestos a asumir los sacrificios que toda sociedad debe enfrentar cuando siente que ha tocado fondo. O bien salimos todos juntos, o bien…