La posibilidad de un Gobierno paralelo en el exilio está planteada como una consecuencia natural al declarar la usurpación. Cuando le dice “tú no”, también está dándole el sí a alguien, que en este caso, y según una línea de pensamiento, debería ser el mismo Guaidó. Este tipo de aproximaciones “en el exilio”, tienen más fundamento político, que de jurisprudencia. Por lo que podría ocurrir que en algún momento nos encontremos que tanto el de adentro, como el de afuera, ambos, queden expuestos ante la comunidad internacional como “usurpadores”. No hay que olvidar que para una parte de esa comunidad, Nicolás Maduro es un presidente legítimo. Tanto la juramentación, como la declaratoria de usurpación, son elementos de un mismo tema, que es que dentro del país no estamos dando con una solución en el cuadrante Gana-gana, sino que, para que uno gane, el otro necesariamente tenga que perder…y por esa vía, a la larga, perdemos todos. Guaidó dio en la tecla al reconocer el espacio del chavismo como parte de cualquier solución. Al tener el chavismo tanto poder interno (y a su vez, tanta vulnerabilidad), no entiende por qué tendría que “entregar” el poder, cuando lo tiene asegurado. Por eso, el único camino que le queda a Guaidó es el disruptivo…que es hacer lo que nadie espera, cambiando las tendencias de forma democrática.