Para tener una lectura más clara del evento llamado 10E hay que entenderlo como el comienzo de una nueva etapa de la revolución en su camino de radicalización. Tal como en un club privado, el chavismo como grupo decidió el 30 de julio de 2017 darse su propia institucionalidad con la elección de la ANC. Salieron a votar por sus autoridades y crearon el nuevo “reglamento” del club. El carnet de la patria es un ejemplo del carnet de miembro (aunque no todos los carnetizados sean simpatizantes), el cual aún no ha tenido mucho impacto, pero a partir de la nueva etapa, junto con el petro y la nueva Constitución, serán los elementos que caractericen y diferencien a chavistas y opositores. Las diferencias entre unos y otros residen solo en un grupo pequeño, principalmente dirigencial, pues la gran masa de gente, el 80% del país, ya abandonó la polarización y ahora tienen problemas comunes; tienen más cosas que los unen que las que los separan. Ya no les interesa ser parte de ningún club. La gente está cansada de tanto discurso político y amenazante que no conduce a mejorar las terribles condiciones en las que se vive. Parece claro que en esta nueva etapa, les costará imponer su reglamento al resto, pues tendrán que salirse cada vez más del juego de reglas de aceptación general. Y eso, en estos tiempos es más difícil de aceptar, tanto adentro, como fuera de nuestras fronteras. Y mucho más, cuando en la región el viento ya cambió.