El Post 29 de Mayo
La tarea común después de las elecciones debe ser recuperar el país
LEONARDO PUCHI
Siempre una consulta electoral encierra
la potencialidad de un cambio, independientemente de las condiciones en que
esta se realice. La grave situación económica, las privaciones de la gente, la
ineficiencia gubernamental, los efectos del bloqueo financiero internacional,
todo esto inclina la balanza hacia la oposición. Al mismo tiempo, la pérdida de
confianza de sus seguidores en la
dirigencia partidista, la reticencia a participar en las elecciones y las
divisiones le obstruyen las puertas del éxito.
En un cuadro como este debe pensarse el
futuro tanto desde la probabilidad de que gane el Gobierno como la oposición.
De modo que es razonable considerar ambos escenarios. Y el elemento común es la
dimensión de las tareas del programa de recuperación que tendrá que
emprenderse, dadas las características de la crisis por la que atraviesa el
país, apenas revelada en su profundidad y extensión por la cifra de 40% de
caída del Producto Interno Bruto.
La magnitud de los problemas que deben
enfrentarse y el trabajo que debe ejecutarse son tan grandes que pretender hacerlo con un solo hombro
sería quimérico.
No es solo la macroeconomía, sino el
reordenamiento del funcionamiento de los servicios públicos e incluso de la
vida cotidiana.
La negociación es ineludible, gane quien
gane , porque ninguna de las dos grandes fuerzas políticas y sociales
desaparecerá al día siguiente de las votaciones del 20 de mayo. Cada una cuenta
y tiene capacidad para dar aportes y también para obstruir.
El objetivo sería crear un marco de
cohabitación de largo plazo a partir de las coordenadas actuales de un modelo
mixto de economía, de criterios básicos acordados sobre la distribución de la
riqueza y predominancia de la vocación popular del Estado.
Sobre esa base, se emprenderían las
reformas de institucionalización necesaria para la convivencia de las fuerzas
políticas y sociales en pugna, de modo que se pueda relanzar la producción
nacional, la petrolera, la agrícola, la industrial, y se emprendan los cambios
en los poderes públicos que permitan la presencia compartida de ambos sectores
en los poderes públicos.
De ganar la oposición, el diálogo que
preceda a la transferencia de mando tendría que contener un acuerdo sobre la
institución militar, la progresiva renovación de los poderes y los parámetros
de un programa económico sensato. Materias como la absurda propuesta de
eliminar la emisión por Venezuela de su propio signo monetario podría bien ser
reconsiderada.
Gane oposición o Gobierno, también sería
necesario integrar en el diálogo al gobierno de Estados Unidos, puesto que un
plan de recuperación de la economía estaría limitado por las sanciones y las
tensiones geopolíticas existentes.
Un entendimiento de cohabitación en lo interno y un acuerdo de
cooperación internacional sentarían las bases
para el relanzamiento de Venezuela.