Caracas.- Nunca se imaginó Bruno D’Addezio que su tránsito como presidente de la Federación Venezolana de Baloncesto se trasformaría en una pugna interminable entre diferentes facciones que tratan de ejercer su cuota de poder en la disciplina.
La idea original era imponer una nueva filosofía y remozar una junta directiva que se había perpetuado en el tiempo, pero los planes iniciales se han visto entorpecidos recurrentemente.
“El problema fundamental es que no existe una estructura formal que nos haga crecer exponencialmente. No hay una escuela de entrenadores, ni hay una estructura que garantice el desarrollo de los jugadores de las nuevas generaciones con 30 o 40 torneos al año, porque los recursos son inexistentes. ¿Quién va a invertir en una disciplina en estas condiciones? En resumen, el baloncesto funciona como el país”.
Explicó D’Addezio que en lugar de buscar soluciones, en cada reunión de asociaciones se habla de todo menos de básquet. “Aparte, todos los años le quieren meter la mano a la Liga Profesional de Baloncesto”.
El presidente de la FVB asegura que se mantendrá el frente del organismo, aunque reconoce que la pugna de poderes hace realmente cuesta arriba su trabajo.
“Día a día cada vez es más complicado trabajar en la formación de nuevos jugadores y en líneas generales de crecer sin recursos, pero eso es lo que nos tocó”, dijo D’Addezio.
Un deporte vapuleado
El baloncesto y concretamente la Liga Profesional, ha sido centro de polémicas en los últimos tiempos que han horadado los cimientos de una organización que inició como Liga Especial allá por 1974.
Equipos como Marinos de Anzoátegui, Gaiteros del Zulia y Guaiqueríes de Margarita, se han visto inmersos en diversas situaciones que han afectado el status en general del basquetbol venezolano.
Específicamente Guaiqueríes de Margarita, una de las organizaciones emblemáticas de la LPB, fue protagonista de una expropiación por parte del Estado, que posteriormente fue revertida en una sentencia firme dictada por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Sin embargo, esta orden emanada por el máximo juzgado del país, que obligaba el retorno del equipo a sus dueños originales, no ha sido acatada.
Marinos de Anzoátegui y Gaiteros del Zulia también han debido acudir a los tribunales por acusaciones de impagos que le han acarreado sanciones de corte internacional.
En este oscuro marco de complicaciones ha navegado el baloncesto venezolano en los últimos tiempos.
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