Renuncia ministro de Economía de Argentina ante la presión del kirchnerismo
Martín Guzmán era acusado de impulsar el ajuste fiscal en el país, agravando la crisis económica
El ministro de Economía de Argentina, Martín Guzmán, presentó este sábado su renuncia como parte del gabinete del presidente Alberto Fernández y deja al Gobierno argentino sumido en una grave crisis política
Según expertos, su salida es un golpe de imprevisibles consecuencias políticas para el presidente Fernández, que había entregado la suerte de su gestión al éxito del plan económico de su ahora exministro.
El presidente pierde además a uno de los últimos miembros del Gabinete que le respondía sin matices, en medio de la guerra política que mantiene con su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
Desde el acuerdo con el FMI en enero de este año, el kirchnerismo pedía la cabeza de Guzmán, al que acusaba de haber condenado al país a un duro ajuste fiscal, agravando la crisis económica y dilapidando las opciones electorales del oficialismo en las elecciones generales de 2023.
Mientras Guzmán presentaba su renuncia con carta de siete carillas en las redes sociales, Kirchner hablaba en un acto para conmemorar el 48 aniversario de la muerte de Juan Domingo Perón, el fundador del peronismo.
El ministro era el blanco predilecto de la vicepresidenta y del sector político que lidera dentro de la alianza de Gobierno. Esta tarde, dijo ante cientos de personas que “el déficit fiscal no es el responsable de la inflación”.
Fue un disparo directo a la gestión del ministro, que acordó con el FMI alcanzar el equilibrio de las cuentas públicas en 2024, pero poco pudo hacer hasta ahora para reducir la subida del IPC, que este año rondará el 70%.
Fernández había sostenido a Guzmán en su cargo como en una trinchera, mientras el kirchnerismo atacaba. Nadie esperaba su renuncia, pese a que la tensión ya se había tornado insostenible.
“La primera vez que le hablé a la Argentina como ministro de Economía de la Nación, conté que nuestro objetivo era tranquilizar la economía”, escribió Guzmán en la carta de renuncia que le envió al presidente y puede leerse en sus redes sociales.
“Puede que a varios ese concepto no les genere demasiado entusiasmo, pero a mí siempre me pareció (y me parece) que tranquilizar la economía constituiría una verdadera épica”, agregó, en referencia a los pedidos del kirchnerismo de más gasto público y emisión monetaria como arma para reactivar la economía.
Guzmán llegó al Gobierno de Fernández en diciembre de 2019 de la mano del Nóbel de Economía Joseph Stiglitz, quien era su tutor en la Universidad de Columbia, en EE UU.
Experto en procesos de renegociación de deudas externas, su misión fue acordar un nuevo calendario de pagos de los bonos argentinos que el Gobierno de Mauricio Macri había dejado en situación de default.
El 31 de agosto de 2020, a ocho meses de asumir, el ministro cerró con éxito la reestructuración de la deuda en dólares con acreedores privados. El 93,5% de los tenedores de bonos aceptaron la oferta gubernamental y el efecto de arrastre de las cláusulas de acción colectiva elevó el porcentaje al 99%.
La práctica totalidad de una deuda de casi 68.000 millones de dólares fue canjeada por nuevos bonos, con menores intereses (del 7% al 3,07% anual en promedio) y vencimientos más largos, lo que supuso un ahorro de 37.000 millones de dólares para el país.
El éxito de esa negociación se vio rápidamente empañado por las consecuencias económicas de la pandemia. El PIB de Argentina cayó en 2020 casi 10%, mientras se demoraba la renegociación del rescate financiero de 44.000 millones de dólares que el FMI había entregado a Macri en 2018. Las negociaciones con Fondo marcaron el inicio del deterioro de las relaciones entre el presidente Fernández y Kirchner.
La vicepresidenta exigía mano dura con el Fondo, al que acusaba de haber intentado financiar la reelección de Macri con un crédito que Argentina no estaba en condiciones de devolver. Por eso exigía una quita del capital y plazos mucho más largos de los que el Fondo estaba a dispuesto a conceder. Cuando Fernández y Guzmán anunciaron el acuerdo con el FMI el 28 de enero de este año, la ruptura en la cúpula del Gobierno peronista estaba consumada.
El acuerdo con el FMI
Dos meses antes de aquel acuerdo, el peronismo sufrió una dura derrota electoral en las elecciones Legislativas de medio término. El kirchnerismo acusó a Guzmán de espantar el voto tradicionalmente peronista, el de los más pobres, con una política de austeridad fiscal y reducción del consumo interno. El ministro sobrevivió a su cargo, mientras Fernández sacrificaba a su jefe de Ministros, Santiago Cafiero, y lo destinaba a la Cancillería.
El kirchnerismo dejó bien claro que eso no era suficiente. Llegó el acuerdo con el FMI y sus diputados no le dieron los votos en el Congreso. Máximo Kirchner, hijo de la vicepresidenta, presentó su renuncia como titular del bloque oficialista en Diputados para no tener que avalar el acuerdo.
El 6 de junio pasado, el presidente perdía a otro alfil de peso. El ministro de Producción, Matías Kulfas, salió despedido de su cargo por criticar públicamente a Kirchner. En una dura carta de descargo, dijo que se iba agotado por lo que llamó un “internismo exasperante” en la secretaría de Energía, donde el kirchnerismo impedía cualquier intento por actualizar las tarifas de gas y electricidad, congeladas desde finales del gobierno de Macri.
Con información de El País
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