El novedoso virus Covid-19 expone a la población mundial a nuevos dilemas no considerados ni previsibles en los Objetivos para el Desarrollo Sustentable 2030; principalmente orientados a la erradicación de la pobreza, a disminuir las desigualdades y vulnerabilidades para el “desarrollo humano sostenible”.

Esta meta, por demás necesaria para una estabilidad y progreso social, aunada a las medidas “urgentes para combatir el cambio climático” y a la promoción de la utilización sostenible de los ecosistemas terrestre y acuáticos, “combatir la desertificación”, etc. no serán suficientes ni posibles a menos que produzcamos un verdadero e innovador cambio de paradigma que nos permita el desarrollo humano en armonía con nuestro entorno habitable; en el cual, desde los virus hasta las ballenas (incluyéndonos) formamos parte de una entidad mayor que nos sustenta.

Los pilares del desarrollo sustentable se basan en el balance entre el bienestar e integración social, prosperidad económica y protección ambiental para presente y futuras generaciones; dando como un hecho que la tierra seguirá siendo sustentable, independientemente a nuestras acciones y resueltos sólo por el uso de energías renovables.

Si realmente aspiramos alcanzar una sociedad en armonía con su entorno, tendremos que respetar y proteger a la naturaleza o asumir consecuencias de las reacciones catastróficas (ie. Cambio climático, pandemias, etc.) producto de nuestras acciones. Un análisis médico de los riesgos que enfrentamos como organismos “invasores” del ecosistema natural es similar al de enfermedades humanas, con posibles escenarios: Destrucción del invasor, Infección crónica, destrucción del huésped o simbiosis.

¿Cómo llegar a un estadio en nuestra relación de beneficio mutuo y sostenible con nuestro entorno? ¿Cómo formular un sistema integral y global entre la cadena de organismos vivos (incluyéndonos) y el ecosistema que los hace sustentables? ¿Cómo lograr mantener una habitabilidad humana sostenible en el tiempo?

Si nuestra huella física -nuestras infraestructuras- sobre la biosfera (de la cual dependemos para la vida) nos representa como una especie evolutiva con su entorno, capaz de regularse y manifestar su capacidad de adaptación e innovación hasta lograr una relación simbiótica con su ecosistema, entonces se podrá prever la sostenibilidad en el futuro de nuestras ciudades como asentamientos humanos exitosos.

La gran mayoría de los objetivos de la Agenda 2030 abogan de una forma u otra por la sostenibilidad, sobre todo, en el ámbito social; sin embargo, dados los nuevos síntomas debemos considerar un nuevo paradigma de simbiosis con nuestro entorno, la principal condición para nuestra supervivencia como especie.

Hace un siglo el Arq. Frank Lloyd Wright promulgó su tesis de una “Arquitectura Orgánica” ¿Qué nueva tesis aportaremos como innovación a nuestro siglo XXI?