A mediados del siglo XIV estalla en Europa lo que se consideró la peor epidemia del continente, la Peste Negra, hasta su último brote en el siglo XVIII acompañó fielmente a las ciudades y sus pobladores, se estima que murieron 50 millones de habitantes un tercio de la población. Tuvo su origen en la ciudad comercial de Caffa, península de Crimea; los mercaderes genoveses, quienes mantenían una colonia comercial en la ciudad, huyeron temerosos haciéndose acompañar de los bacilos contaminantes en personas, ratas y mercancía hasta su destino final, Italia. 

Las crisis sanitarias que derivaron de estos virus y enfermedades abrieron paso a trascendentales cambios en las ciudades, intervenciones que tenían como objetivo el saneamiento y mejora de las urbes a mediados del siglo XIX, entre las más conocidas las obras en Londres y París; a estas y otras epidemias posteriores se suma el Virus Chino, un fenómeno caracterizado a diferencia de sus antecesores por su ubicuidad que seguro dejara grandes cicatrices en las urbes a nivel mundial.

Más allá de las trágicas consecuencias y similitudes históricamente palpables debemos reflexionar sobre las nuevas dimensiones que debe tomar la planificación y diseño urbano ante una catástrofe como la que vivimos; elementos claves como, densidades, conexiones, movilidad, espacios públicos, sistemas sanitarios y de gestión, smart cities, respeto al territorio y ambiente, áreas rurales, fronteras y limites, descentralización, economía, cambios culturales y sistemas de gobierno verdaderamente eficientes (no incluye ni socialismo ni comunismo) son solo algunas; sin embargo aún es muy temprano para definir los detalles pero entre esas líneas gruesas podemos comenzar la reflexión que debe derivar en cambio tangibles.

Pandemónium se traduce como la capital imaginaria del reino infernal, pandemónium es hoy Venezuela, un territorio anárquico, sin gobiernos, sin servicios, sin capacidad para movilizarnos y en algunos casos sin siquiera poder sobrevivir, sin economía ni producción, pero quizá con la esperanza que como en la peste de Atenas del año 431 a. C. la enfermedad sea una vía para lograr el quiebre del poder; una de las características de esta epidemia en la Grecia clásica fue la pérdida absoluta de la moral aunado al tema infeccioso, paralelismos que hoy vivimos; estamos en momentos críticos de salud pública y moral, virus, corrupción y narcotráfico por nombrar solo algunos de los males, caldo de cultivo para un cambio urgente y necesario ya que sin moral ¿cómo nos desarrollamos como país?, ¿cómo proyectamos y repensamos nuestras ciudades?