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Entorno Urbano

Servicio Público

La responsabilidad ciudadana también abarca la administración de la seguridad, aseo y más

  • VICTOR ARTIS

22/02/2020 05:00 am


Vivir en una ciudad conlleva aportar recursos para mantener en operación bienes y servicios comunes que comprenden una amplia gama de componentes físicos como edificios públicos, parques, vialidad, redes eléctricas y de comunicación, cloacas, acueductos, así como drenajes por tuberías y naturales. La responsabilidad es común y abarca la administración de todo, incluyendo actividades como brindar seguridad, cuidar la salud y educar, el aseo urbano y el ornato urbanos.

Cualquiera sea el nivel de gobierno responsable de las tareas, los recursos provienen de los ciudadanos porque un país o una ciudad equivalen a condominios que se mantienen con bienes e ingresos de la nación que pertenecen a todos. Durante las últimas décadas el ornato y la pulcritud en los espacios públicos han sido abandonados por las municipalidades, gobiernos siempre escasos de recursos y siempre renuentes a aumentar los impuestos municipales por temer generar un rechazo político que afecte su popularidad en futuras o próximas reelecciones. Es una actitud que deja ver la muy pobre opinión que los dirigentes tienen sobre los contribuyentes.

Desde hace meses he visto en marcha una efectiva iniciativa del gobierno central para embellecer partes de Caracas, recogiendo basuras acumuladas en autopistas y avenidas, pintura de señales, brocales e islas, despeje de taludes con vegetación que invade calles, poda de árboles que impiden la iluminación y sustitución de luminarias. Satisface ser parte de zonas urbanas pulcras pero, por ser iniciativas del gobierno central, es inevitable caer en suspicacias sobre las intenciones del esfuerzo.

Un resultado favorable obvio es divulgar y elogiar la actividad oficial y lo mismo vale al emplear desempleados y jóvenes para barrer y limpiar vías; recuerda el plan de emergencia de 1958, donde hubo mucho empleo formal y ejecución de obras permanentes. Llama la atención que cada grupo de trabajo esté integrado por diez personas de las cuales la mayoría ayuda a mover señales y carteles y a advertir a los usuarios. El empleo generado es muy ineficiente pero se promociona como “chamba juvenil” y tiene un costo muy bajo, pero el costo para los usuarios de las vías es inmenso por las horas/hombre desperdiciadas en colas y demoras y también en gasolina, ahora un producto escaso, sin embargo como nada cuestan al gobierno, parece que los considera irrelevantes. Como estos grupos están destacados en puntos urbanos neurálgicos es inevitable sospechar que sean brigadas o comandos para controlar eventuales manifestaciones o protestas, suspicacia mas que justificada por la perenne actitud defensiva oficial.


En otros países la limpieza y mantenimiento menor de calles, autopistas es una labor nocturna que no afecta la circulación. Son trabajos breves que utilizan maquinaria y agua en abundancia, componentes, por ahora, fuera de nuestro alcance. En un futuro hipotético, si esta mano de obra ya experta en mantener espacios públicos, trabajara de noche, recibiría ingresos mayores y los usuarios de las vías encontrarían menos obstáculos en las horas pico. Si esto ocurriera, sería útil dedicar personal para procurar fluidez en la circulación, actividad que hoy por ser totalmente huérfana, deja pasar con impunidad la indisciplina y los abusos.    
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