Vargas fue un civil, comprometido con la educación –la labor de su vida– exitoso docente y rector de la Universidad de Caracas donde dio cátedra y creó cátedra; riguroso médico e investigador, se dedicó a preservar la salud de sus pacientes y de la comunidad en general, en el laboratorio tanto como en quirófano y consulta; hombre de letras y figura pública, fue activo representante local y regional –en Cumaná y en La Guaira–, y Presidente de la República. Un hombre de bien. Entre muchos reconocimientos a su extenso y productivo trabajo, se dio su nombre a un hospital, una universidad y a su estado natal.

Vargas fue un espacio entre la montaña y el mar. Una franja de arena y roca de incesante actividad, destino regular de muchos para cualquier día libre, tierra y gente en constante interacción con su mar. El Litoral Central, como una de las puertas al país, daba todo lo que podía, pero necesitaba más y mejor atención e inversión en muchos frentes. Su actividad comercial y recreativa era intensa. Su paisaje, su historia construida, su historia vivida era para caminarse, escucharse y disfrutarse. Su cultura y tradiciones de arraigo y sentimiento ‘popular’ –en el mejor sentido de la palabra– tenían la variedad e intensidad de su gente, la intensidad de su luz.

Vargas fue una tragedia que pudo ser una oportunidad. En diciembre de 1999, durante un período de aproximadamente 20 días de lluvias torrenciales excepcionales, hubo aludes e inundaciones con efectos catastróficos. Cuantiosos daños y pérdidas irreparables. Una tragedia de enormes proporciones. Los sectores devastados impactaron a todo un país, requirieron atención de emergencia, requirieron reconstrucción inmediata pero “…ese desastre natural ha podido ser el inicio de una restauración a todo nivel, que no sólo era posible porque el área tenía todo el potencial, sino porque la capacidad técnica y económica estaba al alcance de la mano…”, escribí en este mismo espacio hace una década, así como “La renovación ambiental y urbana es viable en este Vargas del 2009.” La renovación ambiental y urbana sigue siendo necesaria en este 2019.

Vargas es otro nombre, pero sigue siendo un espacio urbano con potencial y requerimientos importantes, donde hay mucho por hacer; sigue siendo un lugar con paisaje, historia y tradición, donde hay mucho que ofrecer, no deja de cantarle a San Juan, no dejan sus diablos de bailar, no dejan sus tambores de sonar; sigue siendo una oportunidad para implementar buenas prácticas, para mejorar el entorno –natural y construido–, la planificación, la gestión y la calidad de vida de su gente… gente cálida, de música, de mar y de sol.


María Eugenia Clavier
Universidad Metropolitana
Coordinación Diseño Urbano
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