Si bien en una smart city los actores tienden a ser los mismos que en nuestras urbes cotidianas, su modo de intervenir en la dinámica urbana se replantea. Las inversiones en tecnología e infraestructura se encuentran estrechamente ligadas al sector privado, al igual que la generación de nuevos empleos; algo imposible de hacer sin propiedad privada, sin producción y con un mercado controlado, lo que nos lleva entonces a establecer que las ciudades inteligentes deben ser espacios de libertad. La gestión eficiente de big data y su vinculación a los hechos urbanos cotidianos como la movilidad, la energía, el ambiente, la administración y gobernanza entre otros son herramientas que empoderan al ciudadano, además de hacer mucha más efectiva su participación como actor fundamental en la toma de decisiones.

Nueva York pudiera considerarse una de las ciudades más capitalistas del mundo y en 2018 se llevó el título de la ciudad más inteligente del mundo. La penetración de la tecnología dentro de la ciudad es uno de sus principales atributos, pero va más allá de solo captarla; la ciudad es importante generadora de tecnología e innovación, no solo atrae empresas si no que sus políticas smart promueven la creación de las mismas, es una ciudad que atrae talento, un imán. Además de esto la incorporación de la tecnología en los elementos de infraestructura ha logrado importantes cambios como iluminación inteligente y medidores de agua eficientes en numerosos edificios, la adaptación de la ciudad a personas de diferentes edades y capacidades motoras, mejoras en la seguridad y la capacidad de gestionar el tráfico en tiempo real, en una de las ciudades más complejas del mundo, son considerados logros inteligentes.

Si nos tomamos unos minutos para imaginarnos nuestra ciudad en Venezuela como una smart city lo primero que se nos pudiera venir a la mente es la capacidad de conexión de internet que tenemos en el país, la generación y distribución ineficiente de la energía y los elementos de infraestructura urbana si aún no han desaparecido se encuentran en condiciones muy precarias. Hoy día se hace ingenuo pensar que con un modelo socialista, rentista, estancado, enemigo de la educación y el desarrollo se puede lograr tener solo una ciudad inteligente en el país. Si queremos ciudades venezolanas inteligentes tenemos que convertirnos previamente en ciudadanos inteligentes, que no solo están conectados las 24 horas, los ciudadanos smart saben tomar decisiones, saben modelar su ciudad y su futuro y saben que la manera de que esto pase es a partir de un modelo muy diferente al actual, un modelo de libertad, de generación de riqueza, de educación y de innovación, por eso es que la ciudad inteligente debe ser capitalista y los ciudadanos de las ciudades inteligentes ciudadanos tecnológicos. 

Las ciudades no se conforman solamente por calles, edificios e infraestructuras, son espacios de intercambio, memoria, creación e innovación, la smart city se presenta como una alternativa de usos inteligentes de procedimientos para mejorar la vida de los ciudadanos, sacar el mejor provecho de la tecnología.