La política, los políticos, deben dar respuesta a los asuntos públicos y rendir cuentas por su actuación. Además de los mecanismos institucionales de contraloría, existe el derecho ciudadano a estar informado y exigir cumplimiento. Una buena parte de los ciudadanos debería estar dispuesta a ejercerlo dado que es un elemento importante para consolidar y mejorar iniciativas, proyectos y procesos locales, regionales y nacionales, que tienen tanto que ver con la ciudad como con el Estado y el sistema democrático de gobierno que se desea.

¿Por qué no hacerlo? Las razones de los que se rehúsan a participar son variadas, pero muchas de ellas tienen que ver con el pobre desempeño y los profundos problemas que algunas de las democracias en ejercicio, y los procesos de participación ciudadana asociados a ellas, han tenido. Pareciera no haber razón para seguir insistiendo, que los canales están boqueados o desviados… pareciera. 

¿Por qué hacerlo? Porque podemos y debemos, para no renunciar al derecho, para no retroceder porque la conquista de la participación ha sido larga y difícil, y está inconclusa, es un proceso que requiere mantenerse y perfeccionarse, como la democracia misma, como la política misma, como la ciudad misma. Porque actuando y ejerciendo es que se consolida y perfecciona el proceso participativo. Porque los resultados de la gestión pública alcanzan de una u otra manera a todos los que habitan o visitan la ciudad y su región; nos involucran y por esto nos interesan; nos interesa cómo se ejerce el poder y cómo se toman las decisiones, la forma en que se relaciona el Estado con los ciudadanos y viceversa. La sociedad, las personas que la conforman, tienen la posibilidad de incidir sobre el poder público y su gestión, su estructura administrativa, e incluso sobre el sistema político. Hay canales de participación abiertos, con dificultades que superar, con deficiencias que corregir, pero ¿dejarlos perder y comenzar de cero? Eso también es una opción, pero ese empezar de cero también requerirá de la participación decidida de la ciudadanía que elija ese camino. 

 Todos estamos -y tenemos derecho a estarlo- involucrados en los asuntos de la ciudad, y muchos de sus asuntos son políticos, es irremediable, no dejemos que el rechazo a algunos individuos y su actitud nos hagan retroceder en el ejercicio de nuestros derechos políticos, civiles y sociales, en el ejercicio de nuestra ciudadanía.