En un ambiente cargado de profunda alegría y emotividad en el marco de la solemnidad de San José patrono de la iglesia universal, el Cardenal administrador apostólico de la arquidiócesis de Caracas, Baltazar Porras Cardoso junto diversos representantes del clero caraqueño y en presencia de una gran multitud, se le rindió un homenaje al cardenal José Alí Lebrún.
Se dieron cita hoy en la Catedral de Caracas para inaugurar el año centenario del Cardenal José Alí Lebrún, quien fuera un gran pastor para la iglesia venezolana.
Alrededor de las 10 de la mañana comenzó la celebración, que contó con la presencia del Nuncio Apostólico en Venezuela, Aldo Giordano, junto a los monseñores Jorge Urosa Sabino, obispos auxiliares y una gran representación de presbíteros.Asimismo participó en dicha celebración Nelly Lebrún, hermana de Cardenal.
Porras dio inició su reflexión felicitando a todos los José y Josefinas, quien señaló: “buen ángel de la guarda escogieron los papás que recurrieron al padre del Niño Dios” destacó.
El pastor caraqueño indicó que la figura del padre adoptivo de Jesús, es un claro llamado a descubrir el sentido de la vida, en medio de los nubarrones y circunstancias adversas que depara la vida cotidiana de cada persona, indicando a su vez que sus actitudes y acciones fueron suficientemente elocuentes por sí solas.
Una vocación un tanto especial y hasta extraña
En su homilía el representante religioso, destacó aspectos importantes en la vida de Jesús, donde fue crucial la participación de San José, ya que su grandeza fue su “permanente apertura de espíritu para ser portador de una misión aparentemente sin sentido, la cual encerraba un designio salvífico para la humanidad entera, que lo hizo seguir adelante con el encargo recibido”.
El misterio de la encarnación surge en la periferia, en la exclusión del tiempo y del espacio, recordó el pastor caraqueño. “Tremenda paradoja para quien tiene el don de ser el creador del universo, San José es testimonio vivo de lo que nos toca sufrir y padecer, sin perder el norte de la esperanza y de la vida”. Pidiendo su intercepción de manera especial para estos tiempos, para que los fieles “sean auténticos transformadores de la realidad injusta, en la cual tenemos la obligación de transformar”. Fueron parte de la reflexión del pastor arquidiocesano.
En otro punto destacó la vida del Cardenal José Alí Lebrún, nativo de Puerto Cabello, quien de acuerdo al administrador apostólico, “ sintió la cercanía del mar que lo configuraba como un hombre abierto al ancho mar que lo hizo abrazar a todos por igual”.
En una misma línea recordó la trayectoria de fe de José Alí, donde “los signos de los tiempos y los signos de Dios se unieron para dotarlo de las virtudes que más tarde desparramó con generosidad y sencillez” en todos el pueblo de Dios.
A su vez indicó que gracias a la extensa formación hizo del purpurado , “un gran pastor con olor a ovejas”, haciéndolo transmisor del mensaje de la buena noticia de Jesucristo, aun en medio momentos difíciles de la historia venezolana. Donde con “la sabiduría de Job y la paciencia de Abrahán” lo hizo enriquecerse” de una manera especial, recordó el líder religioso.
Más allá de este recorrido por las diversas responsabilidades que tuvo, destacó como mejor herencia “su testimonio de vida, y profunda humildad, la cual le brotaba con tal naturalidad que parecía imperceptible” destacó el administrador apostólico. “No le hacían falta los honores ni los buscaba. Aceptaba con agrado lo que la gente sencilla le ofrecía”. Recordó Porras.
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