María Eugenia Clavier
El tránsito es básicamente movimiento –sea de personas o vehículos– y conjuga diferentes aspectos: Orden en el desplazamiento vial y peatonal, construcción y mantenimiento de la infraestructura, fluidez del tránsito, seguridad vial y peatonal, adquisición y mantenimiento del parque automotor, disponibilidad de vías y rutas de transporte público que satisfagan la demanda, cumplimiento de las normas, planificación y políticas públicas, sistemas de transporte masivo, educación, señalización e información.
Uno de los pilares de la movilidad urbana es el transporte público, un servicio que involucra distintos actores: los usuarios, los transportistas, los empleados de los sistemas masivos, las autoridades competentes y los especialistas en el área.
Todos interactúan –en distintos momentos y de diferente manera– y, dentro de su rango de acción, pueden colaborar en la eficiencia del servicio o la solución de sus problemas.
El transporte público es un servicio necesario para un amplio sector de la población, y es un factor que contribuye a disminuir el congestionamiento, cuando las personas que se desplazan por la ciudad lo utilizan en lugar del vehículo privado.
Todos los usuarios tienen derecho a recibir un servicio eficiente, pero esto es particularmente importante para que el público elija utilizar el transporte público. Léase, debe llegar en un tiempo razonable y en condiciones aceptables, a donde el usuario necesita llegar. No en una unidad destartalada, sucia o conducida con riesgosa osadía; ni en un vagón sin ventilación apropiada, con charcos de agua que provocan rastros de sucio por doquier, y que nadie sabe en qué estación la voz en los altoparlantes ordenará desalojar.
Se requiere planificación y gestión para responder cabalmente a la demanda presente y futura, así como mecanismos de financiamiento sobre todo para los sistemas de transporte masivo, porque sus costos deben ser accesibles sin ir en detrimento de la viabilidad de la prestación de un servicio de calidad. También es necesaria –en muchos casos– la participación del sector privado para alcanzar la cobertura necesaria.
Seguridad vial, mantenimiento apropiado de vías y unidades, orden, eficiencia en el manejo del medio de transporte, cobertura de las rutas, disponibilidad de unidades en relación a la demanda, confiabilidad del servicio, costo adecuado –desde el punto de vista del usuario y del transportista– todo debe cumplirse para que el servicio que se brinde sea satisfactorio. ¿Tiene el nivel adecuado en la ciudad que habita o visita? Cada sector de cada ciudad representa un caso particular. ¿Es posible lograrlo y mantenerlo? Definitivamente si. Se requiere evaluar la situación actual, planificar, invertir, conciliar necesidades e intereses, educar e informar a la población, y contar con gerentes y empleados preparados con visión de servicio, en presente y futuro. Involucra trabajo, compromiso de todos los actores, pero es posible y el resultado será provechoso.
Más y mejor transporte público. Eso es.
María Eugenia Clavier
Universidad Metropolitana
Coordinación Diseño Urbano
mdu@unimet.edu.ve
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