Horas más tarde, en Caracas se llevaría a cabo la conmemoración de esta importante fecha tanto para España como para América. Los anfitriones fueron el embajador Ramón Santos, jefe de la misión diplomática, acompañado de su esposa, Olga Sinclair, artista plástica de renombre internacional, una pareja que muestra su dinamismo, lo que se traduce en la presencia dinámica de España en nuestro país.

Por esta fiesta, la residencia oficial de los embajadores del Reino de España en el Caracas Country Club se vistió de gala para recibir a los amigos, a sus colegas del cuerpo diplomático acreditado en el país y a los representantes de los diversos sectores políticos, sociales y culturales.

Esa noche se oyeron los himnos nacionales de España y Venezuela con lo que se dio inicio al acto protocolar.

El discurso del embajador Santos abarcó el sentido histórico de la efeméride, su significado y lo que representa para los dos continentes ya que, sin América, Europa no sería lo que es hoy y tampoco lo sería el Nuevo continente. El diplomático también hizo referencia a temas que preocupan a toda la humanidad en estos días: la paz, amenazada por el enfrentamiento entre Rusia y Ucrania; la migración, que no sólo es un fenómeno que nos exige ser más solidarios, sino que también hay que aprovechar su lado positivo ya que enriquece a los países y en particular a las relaciones bilaterales entre España y Venezuela, ya que este fenómeno no es nuevo entre los dos países y está marcado por aspectos familiares. La comunidad venezolana en España es una de las más numerosas.

El diplomático mencionó las actividades culturales que se desarrollan en la Embajada y aprovechó para anunciar el Festival de Cine Español que se proyecta en el Trasnocho Cultural. Para cerrar su intervención agradeció a las empresas venezolanas y españolas que colaboraron para el lucimiento de esta ya tradicional recepción dentro de la agenda diplomática venezolana.

Este encuentro resultó oportuno para destacar la gastronomía española en sus platos más emblemáticos como la paella, la tortilla, el jamón ibérico que se acompañaron por vinos peninsulares y la cerveza Mahou, toda una tradición pues son 130 años de historia que respaldan a esa marca.

La música no podía estar ausente en esta reunión de allí que las composiciones tradicionales venezolanas estuvieron a cargo de un quinteto de jóvenes que le inyectó aires contemporáneos. Luego los invitados se fueron por bulerías y rumba flamenca.

 
Una velada llena de sentimientos y tradiciones, de familiaridad y de cercanías. ¡Qué viva España!